Con ojos de mujer 2 semana
Seguimos en “modo Sínodo”. Estamos en la mitad del proceso
iniciado el 3 de este mes, como recordaréis. Esta semana comenzó con la noticia que arrasó en
todas las Redes: la carta del Cardenal Ouellet a Mons. Viganó.
Revivimos el dolor por el tema pero también el consuelo de la claridad firme y
fraterna.
Continuamos
alternando en el ritmo diario la escucha de las diversas intervenciones
en asamblea plenaria, siempre referidas al Instrumentum Laboris ahora ya
en su parte II: Interpretar. Fe y discernimiento vocacional.
Hay un eje que atraviesa toda esa parte, de modo especial su capítulo
V, que es el acompañamiento, tema que resuena dentro y fuera de las
sesiones.
En la asamblea
también hay turno de intervenciones libres y hemos escuchado la voz de
los jóvenes, -directa, clara firme y muy crítica- ya sabemos que
son pocos en número, pero procedentes de lugares y culturas muy diversas
sus palabras no nos dejan indiferentes y siguen estando muy presentes en otros
muchos espacios espontáneos e informales, fuera de agenda, donde
pueden volcar sus inquietudes y cuestionamientos.
Y nos
buscan, a quienes tenemos ya mucha juventud acumulada, para seguir
hablando, intercambiando puntos de vista desde la frescura lozana de la
vida con la experiencia del paso de los años. ¡Qué diálogos tan bonitos, cómo
se mezclan los idiomas y acentos y dan un color especial a ese tejido que
entrecruza los hilos de las diversas etapas de la vida!.
La Comisión de
Expertas/os -dedicada sobre todo a la escucha- no perdemos tampoco ocasión de
dar cauce a todo lo que nos llega, especialmente del grupo de los 34
jóvenes, y que consideramos significativo por incisivo y novedoso y que
suponga caminos de futuro.
Seguimos
encontrándonos a las 3 de la tarde, -hora intempestiva donde las haya-
pero disfrutamos por el compartir que se da entre nosotros; no es tema
menor para las relaciones interpersonales de un grupo internacional que se
desconoce absolutamente, haber comenzado cenando juntos la noche del día 2
; a partir de este momento cuando nos encontramos cada día en la
asamblea plenaria -estamos sentados en filas próximas- y cuando nos
repartimos en los grupos de lenguas de dos en dos, tenemos la
bonita sensación de habernos conocido hace tiempo. Eso alivia el trabajo que a
veces se hace pesado por la intensidad de la escucha, sin negar la
riqueza que esto supone.
Un encuentro
significativo en esta semana ha sido la comida compartida en la UISG,
Unión Internacional de Superioras Generales, con varios jóvenes y las 7
religiosas que participamos en el Sínodo, procedentes de Vietnam,
China, Estados Unidos, Kenya, Francia, Italia y España. Nos
veréis en la foto adjunta.
Escuchar
historias de vida de Iraq, de Chile, de Estados Unidos, de
India, de Rusia a jóvenes en torno a los 25 años, expuestas con
tanta frescura pero que encubren verdaderas tragedias en bastantes casos, de
tipo familiar, laboral, persecución por la fe, etc. me
han tocado por dentro y me han puesto de manifiesto, una vez más, la
pregunta de qué mundo estamos dejando a las nuevas generaciones.
Las voces de los
jóvenes, cuyo reclamo permanente es el acompañamiento y la escucha,
resuenan de modo continuado; no pueden -no podemos caminar solas y en
paralelo- es necesario que nos encontremos en esa realidad
intergeneracional que tanto nos enriquece, a la que me he referido antes,
y que se hace necesaria tanto en la iglesia como fuera de ella.
Y esto nos lleva
a pensar en jóvenes que conocemos, acompañamos, están
en nuestros ambientes de colegios, trabajo, universidades,
grupos, y que quizá no encuentran sentido a su vida aún teniendo
aparentemente todo pero con un vacío existencial que cuesta llenar y se traduce
en depresión, apatía, desgana, falta de ilusión y de alegría.
Tenemos también
delante tantos jóvenes que, en diversas partes del mundo, se
comprometen de muchas maneras en mejorar el mismo y la iglesia y siguen
apostando por muchos caminos, en entrega generosa, valiente y
comprometida a veces con riesgo de la propia vida. Y buscan
crecer y madurar en la fe o depurar la misma de falsas imágenes para una vida
más coherente e integrada.
Como grupo de
religiosas hemos organizado una conferencia de prensa para el lunes 15;
adjunto la invitación para que nos conozcáis y en la próxima crónica podré
compartir cómo ha resultado. Ya sabéis que somos muy minoría pero no
queremos dejar de decir nuestra palabra porque nos sabemos representantes de
tantas hermanas que estáis repartidas por el mundo y cerca y en sintonía en
este modo misterioso de la común-unión que traspasa fronteras.
Y nos sentimos
responsables también de hacer que se expliciten y amplíen las pocas referencias
que en el Instrumentum Laboris aparecen respecto de la mujer en general y de la
vida consagrada. Y ahí nos tenéis haciendo enmiendas y entrando al escenario
donde se recogen y votan los puntos focales del Sínodo que nos convoca.
Me llegan
preguntas de la presencia del Papa en el Sínodo; cuando hay asambleas
plenarias no falta nunca, salvo el miércoles que tiene audiencia, como
sabemos. Al entrar y salir del aula, en los momentos de descanso
está como uno más y podemos saludarle; yo me acerqué un día y al presentarme
como Hija de Jesús me dijo: “¿pero Jesús no fue célibe? respondí que
nosotras testificamos lo contrario porque somos hijas suyas … nos reímos un
rato y tengo fotos que muestran muy bien el momento divertido.
Otro día me lo
encontré cuando salía del ascensor y yo iba con el ordenador en las
manos; se acercó a saludarme y me preguntó cómo estoy; le respondí
que según me veía trabajando un poco y me dijo “si decae tu ánimo que éste
compañero tuyo te ofrezca un poco de licor portugués” …(estaba a mi lado Joao
Chagas, un laico de Portugal, de mi Comisión) al que ya había
saludado y se acordaba perfectamente.
No quiero
terminar este relato sin hacerme aquí eco, muy agradecido, de
tantos mensajes de apoyo y cercanía como van llegando, de mujeres y varones,
de jóvenes y adultos, de personas amigas, compañeras de
trabajo, de mi propia congregación y de otras … me emociona de modo
particular la cadena de oración que se está llevando a cabo en nuestras
comunidades como iniciativa de la Pastoral Juvenil y Vocacional.
Mi comunidad
actual que es la Curia General también es un apoyo de gran valor, a pesar
de que me ven poco porque salgo temprano y vuelvo tarde muchos días; me siento
muy sostenida y acompañada con la escucha de hermanas y acogida muy cariñosa.
¡Muchas gracias y
hasta la próxima! porque este fin de semana se acumulan tantos acontecimientos
que darán lugar a crónicas siguientes.
María Luisa
Berzosa fi - Roma
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